El turista que voló de vuelta a casa con su propia cabeza en la maleta
Algún día, posiblemente en abril, una placa de titanio compensará el trozo de cráneo que falta en la cabeza de Lee Charlie.
Hasta ese día, este británico de 32 años tendrá que vivir marcado por la surrealista experiencia que le ha llevado a esa situación: la caída de casi siete metros que sufrió desde el balcón de su hotel en la isla de Koh Tao (Taliandia) en diciembre, que destrozó gran parte de su cráneo, prácticamente lo mató y, cuando se recuperó milagrosamente, le obligó allevarse los restos de su propio cráneo en la maleta con la que voló de vuelta a Reino Unido.
Ahora que ya ha recuperado la capacidad de andar y de hablar, Charlie Lee puede mirar al futuro, a esa placa de titanio, al fin de su surrealista pesadilla.
Ni el propio Lee recuerda cómo se pudo caer desde el balcón de su hotel. “Ni siquiera sé si me caí o no”, confesó hace poco. El caso es que fue encontrado al poco por el personal del hotel: tenía la cabeza destrozada y de ella salía un charco de sangre que invitaba poco al optimismo.
El turista fue transportado a un hospital de la isla de Koh Samul. Estaba prácticamente muerto. De hecho, no pudo ser resucitado hasta dos días más tarde. Al poco, tuvo que despedirse de parte de su cráneo: los médicos decretaron que su cerebro no podría recuperarse sin espacio.
“Recuerdo que no me di cuenta hasta hace dos semanas”, ha explicado el inglés de vuelta a su patria. “Mi padre vino a Tailandia y dos días después me encontré con un hueco en la cabeza donde antes tenía hueso y no me lo podía creer. Me hizo preguntarme qué había pasado. Me lo habían retirado hacía semanas. Fue de lo primero que tuvieron que quitarme porque estaba hecho añicos y no podía seguir así. Pero estaba bajo el efecto de tantas drogas que no me di cuenta de lo que habían quitado. Estaba confuso, dando por hecho que estaba de vacaciones y pasándomelo bien. Hasta que vino mi padre, no noté el hueco que tenía en la cabeza”.
Entonces vino la parte surrealista de la historia: “Cogieron mi cráneo y lo pusieron en una caja que tuve que llevarme a Inglaterra desde Tailandia. Lo han usado para pegar algunos pedacitos y creo que van a hacer una pieza similar con otro material“, ha añadido en referencia a su placa de cráneo.
“En cuanto mi cabeza se haya curado un poquito más, van a abrirme la piel y ponerme ese trozo nuevo por debajo. Es terrible pensar que van a abrirse camino hasta mi cabeza y luego van a estar perforando y atando tornillos. De haber pasado dos días muertos, he vuelto a la vida”.
¿Tiene algo que aportar sobre el tiempo que pasó, por falta de un término más adecuado, muerto? Según su padre Peter, de 48 años: “Cuando llegó al hospital de Koh Samul no hacía más que perder y recuperar la consciencia y, sí, más o menos murió. Los médicos le examinaron y no había pruebas de actividad cerebral. Le pasaron una linterna frente a los ojos y no respondió. Entonces le inyectaron no sé qué droga y tosió. Y así, decidieron salvarle”.
Y así, le dieron la cajita de metal con su cráneo y así, Lee Charlie se ha convertido en una de las pocas, si no la primera, personas en viajar con su propia cabeza en la maleta.
0 comentarios :
Publicar un comentario